La cárcel más lejos del traslado
Las obras están paralizadas por la quita de Coparticipación y nada indica que ceda la tensión entre Nación y Ciudad en el año electoral.
Que el cambio de gobierno, que la pandemia y que la crisis económica. Desde hace años, los vecinos de Villa Devoto vienen escuchando argumentos por parte de las autoridades para justificar la demora y sobre todo la falta total de certezas respecto a una de las medidas más importantes que espera el barrio: el traslado de la cárcel.
El pedido, un viejo anhelo especialmente de quienes residen en la zona de Bermúdez entre Nogoyá y Pedro Lozano, se convirtió en un proyecto oficial en marzo de 2018. Gobernaba Mauricio Macri en la Nación y Horacio Rodríguez Larreta su primer mandato en la Ciudad. En ese momento, la gestión porteña se comprometió, junto al Ministerio de Justicia nacional, a construir un nuevo pabellón en la cárcel de Marcos Paz de la Provincia de Buenos Aires, para alojar allí a los detenidos de Devoto.
Las obras iban a comenzar el mismo diciembre de ese año. La Legislatura dio el aval necesario durante 2018 y el Gobierno Nacional prometió asistir económicamente a la Ciudad. Las tareas se iniciaron, e incluso antes de que termine el mandato de Macri, el ministro Germán Garavano y su par porteño Marcelo D´Alessandro realizaron una recorrida por las mismas.
Con los cálculos originales, todo debía estar listo en septiembre de 2020. Pero esa ambición sufrió un doble freno consecutivo. Por un lado, el cambio de Gobierno nacional generó la tradicional traba burocrática que supone. Y asimismo, la pandemia de coronavirus, el aislamiento y la parálisis a la obra pública hicieron que no se avance por un largo tiempo.
Con la pandemia menguada, hubo otro cimbronazo. El Gobierno porteño planteó que, por la quita en los recursos de la Coparticipación que el Gobierno de Alberto Fernández decidió realizar, no tenía fondo para seguir la construcción. Y se cortaron los puentes entre ambas gestiones. Desde ese entonces, el estado de la obra en Marcos Paz es el mismo. Está avanzado, en un 70%, pero como es habitual, lo construido sufre un desgaste.
Nadie discute que por lo poco que falta, una decisión política podría hacer que en solo meses finalicen las tareas. Pero nada indica que disminuya la discordia Nación-Ciudad sino lo contrario cuando avance la campaña electoral, por lo que recién habría que pensar en 2024.
En el medio, la grieta histórica sobre la cárcel que se mantiene. Los vecinos indican que cada tiempo que pasa hace que se desvaloricen más sus propiedades por la inseguridad y la ausencia de inversiones comerciales. Desde los Derechos Humanos, recuerdan que el lugar acogió a detenidos durante la Dictadura, y es un Sitio de la Memoria, por lo que demolerla sería borrar esa parte de la historia.
También están quienes ven en la postura del Gobierno porteño un interés inmobiliario, y quienes advierten por la falta de certezas que hay sobre la continuidad del “Centro Universitario de Devoto” en la nueva sede, el cual ha permitido la reinserción de muchos presidiarios. De lo que nadie duda, está claro, es de la sobrepoblación y el hacinamiento que viven quienes están privados de su libertad en la prisión devótense (más de 1600 detenidos en 4,5 hectáreas). Probablemente el mayor problema.