Medallas de oro en los Juegos Mundiales de Australia para adolescentes trasplantado en el Garrahan
Se trata de Mateo Cócaro de 17 años quien recibió un trasplante de médula ósea en el Garrahan de barrio porteño de Parque patricios cuando tenía nueve años, y ocho años después pudo ganar su tercera medalla dorada en natación en el evento internacional más importante para deportistas trasplantados que tiene lugar en Australia.
El joven deportista ganó hoy su tercera presea de oro en los Juegos Mundiales de Deportistas Trasplantados en Perth, Australia, tras competir en 50, 100 y 200 metros libres de natación. Tiene 17 años y, a los nueve, recibió un trasplante de médula en el Garrahan.
“Siempre supe que iba a volver a hacer deporte. Y hay que animarse, porque después del trasplante se puede”, dijo Mateo, que ya había ganado la misma cantidad de medallas en la edición anterior, disputada en Inglaterra en el 2019. La competencia en Australia comenzó el sábado y terminará el viernes y reúne a 3.500 competidores de más de 50 países en 14 disciplinas deportivas.
Cuando tenía siete años fue diagnosticado con aplasia medular severa en el Garrahan. Dos años después se realizó el trasplante. La persona que resultó compatible para donar fue su hermano Juan David. El trasplante de médula ósea fue la mejor opción terapéutica para su tratamiento: marcaría el inicio de una nueva oportunidad de vida y sería el comienzo de su trayectoria como deportista.
“El trasplante de médula ósea es, en muchos casos, el único tratamiento para pacientes con enfermedades hematológicas, errores metabólicos o déficits inmunológicos, entre otras”, explicó Raquel Staciuk, jefa del servicio de Trasplante de Médula Ósea del Garrahan. En el procedimiento se infunden células madre sanas para que la o el paciente vuelva a producir células sanguíneas propias, proceso que tarda dos o tres meses. “El trasplante le salvó la vida a Mateo”, aseguró la profesional.
Tal como lo esperaba, luego del trasplante y la recuperación, empezó a hacer ejercicios físicos. Como es habitual en estos casos, recibió la ayuda de Ezequiel Correas Espeche —quien se encuentra en Australia acompañando a la delegación argentina— y Carlos Lirio, creadores del Programa de Actividad Física para Niñxs y Adolescentes con Garra (PAFINAGA) que acompaña desde el Garrahan a pacientes trasplantados en la práctica deportiva.
Como ocurre con otros chicxs trasplantadxs, la actividad física fue una parte importante en el tratamiento de Cócaro. Es una herramienta que ayuda a mantener la constancia en los cuidados y a revincularse socialmente, en este caso con pares que pasaron por situaciones similares.
En el caso de Mateo, que hacía deporte desde su niñez —además de natación y atletismo juega al fútbol y al rugby—, fue determinante: “Tuve la suerte de que en el Garrahan me brindaron todo para salir adelante y el equipo de salud hizo todo lo que tenía a su alcance para ayudarme”, expresó.