En busca del Messi más maradoniano
La broma de maradonizar a Leo el viernes 9 quedó muy a mano. Messi se calzó delante de todos el espíritu de Diego y así se dejó ver.
Por Diego Joy
Pero, ¿estamos seguros de que Lionel Messi, el mejor de todos los que vinieron después de Diego y alguien en perfectas condiciones para pelearle el cetro del mejor de la historia, no fue siempre maradoniano? ¿Estamos seguros que Diego no fue siempre messista?
Porque la expresividad, la facilidad para mentar una frase que se grabara en el inconsciente colectivo o el desparpajo para manifestarse políticamente son características que Diego tuvo y Leo no. O no tanto. Pero, ¿son esas características las que los definen?
De sobra conocemos la historia de Diego, plagada de coraje.
Ahora bien, sobreponerse a una enfermedad que lo obligó a inyectarse diariamente, durante años, solo, desde muy niño ¿no es maradoniano? Dejar el pago, los amigos, parte de la familia para perseguir un sueño en casa ajena a los 13 años cuando el 99% de los pibes no saben aún que quisieran hacer de sus vidas, ¿no es maradoniano? Soportar insultos y maltrato y seguir volviendo a su tierra (en la que no pudo vivir por circunstancias que van más allá de su decisión, es decir que sufrió exilio…) en busca de otro sueño, ¿no es maradoniano?
¿Qué es lo maradoniano? No en términos futboleros, que es más o menos sencillo de definir. La pregunta refiere a lo simbólico.
Maradoniano es, quizás, el coraje desbocado, casi ciego, que no quiere saber de dolores, que prefiere ignorar las heridas, para llegar a la cima del mundo. Y hacerlo envuelto en una bandera que en este caso es la nuestra, pero que podría ser cualquiera que represente la causa de los Diegos o los Leos que desobedecen el mandato, que pasan del deber ser del nacido en el centro del pueblo.
¿Sabrán, imaginarán acaso, esos estúpidos vestidos de naranja lo que implica provocar a quién tiene el don pero tuvo que soportar y superar vallas que a cualquiera lo hubieran detenido? ¿Imaginarán, acaso, que decirles que les van a atajar un penal o señalarles defectos es encender el salvaje que necesariamente habita en los –poquísimos- Messis o Maradonas de este mundo? Bobos. Mil veces bobos. Su pretendida superioridad les impide verlo.
Decirle bobo andá pa’llá a un blanquito nacido en una tierra colonialista e invasora es maradoniano, claro. Además de hermoso. Pero estuvo siempre en Messi. Lionel mandó pa’llá a centenares de bobos que le dijeron que no iba a poder jugar al fútbol porque no crecía, que le dijeron que el físico no le daba, que le gritaron que no cantaba el himno o que le enrostraron que era más catalán que rosarino. Y eso de mirar fiero, insultar y terminar ganando a puro talento y garra es tan maradoniano como messista.
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