Cooperativa de Editores de Medios de Buenos Aires
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La gentrificación de Buenos Aires

En los últimos tiempos, muchos medios e incluso, personas de a pie, comenzaron a mencionar una palabrita que no hace mucho tiempo atrás era utilizada solo en círculos académicos especializados en cuestiones referentes a las cuestiones urbanas: “gentrificación”.

Ahora bien… ¿Qué significa esta palabra que se escucha cada vez más en los ámbitos políticos y mediáticos del país? La respuesta es algo gaseosa… Si lo googleas en su idioma de origen (ingles, y se escribe “gentrification”), lo primero que traduce es… “aburguesamiento”. Esto puede pasar como cierto y no lo es. Y que el adorado algoritmo de Google ni siquiera traduzca la palabra en nuestro idioma, es sinónimo de que el asunto aún no está muy claro. castellano da una pista de que no estamos ante un concepto demasiado claro.

¿De dónde surge la palabrita entonces?

De un estudio de Ruth Glass (socióloga inglesa) dónde describe el cambio social que observa en un barrio al norte de Londres. La raíz de la palabra (gentry) describe a la burguesía en ascenso del lugar, causada por el desplazamiento de la clase obrera que habitaba hasta poco antes el barrio, hueco rellenado por esas familias de clase media alta que pasaron a habitar este suburbio londinense. Y al explicar este proceso, Glass puso en primer plano al desplazamiento que se había generado para llegar a esto, marcándolo como el principal rasgo que explicaba su “gentrificación”.

Pero si ahondamos en la cuestión, este proceso muy habitual del presente del capitalismo en muchos países occidentales, veremos que hay otras cuestiones que son las verdaderas promotoras de este desplazamiento: el encarecimiento del suelo es el nexo que aglutina a las otras cuestiones, como su uso financiero, el direccionamiento de la obra pública y de todos los servicios, la consolidación de la tierra como principal medio de especulación a través de lo que se llama “reserva de valor”, y la alianza gubernamental con especuladores y constructores para gentrificar una zona, un barrio, varios de ellos… o una ciudad entera.

Y el Estado es fundamental para consolidar el proceso. Por su accionar, al redireccionar los recursos hasta esta zonas, promueve la instalación de comercios que ofrezcan productos de mayor valor, más refinados… de alta gama se diría en estos lares. También se direcciona la propuesta cultural al promocionar artistas que cuenten con la aprobación o el favor de los futuros habitantes (artistas cool, diría alguien de Palermo), en especial si estas zonas se promueven como “históricas” o “románticas”, que antes habían sido parte del puerto, el ferrocarril o de neto corte industrial.

Pasó con el “Barrio Latino” de París… o la ciudad de Barcelona, lugares donde el turismo desplazó a los antiguos habitantes, que prefieren alquilar sus antiguas viviendas y “huir” fuera de la ciudad al sentirse “invadidos” por la ocupación sufrida en todos los lugares que antaño creían icónicos.

PUERTO MADERO FUE UN CASO ICÓNICO DE GENTRIFICACIÓN EN LA ERA MENEMISTA: EL ABANDONO DEL PUERTO DE BUENOS AIRES PARA QUE MUCHOS PRIVADOS APROVECHEN LAS “GANGAS” OFRECIDAS A TRAVÉS DE LA VENTA DE TERRENOS FISCALES BARATOS DE UNA ZONA A ESPALDAS DEL MICROCENTRO PORTEÑO. SU DESARROLLO FUE UNA MUESTRA CABAL DE NEGOCIADOS ENTRE PÚBLICOS Y PRIVADOS RELACIONADOS CON LA CORRUPCIÓN Y LA ESPECUALCIÓN EN SU ESTADO MÁS PURO Y DAÑINO.

El asunto es que, actualmente, todo este proceso que fue gestando el PRO en la ciudad, cada vez se hace más visible. Hoy, la apertura de negocios de especialidad, la aparición de grandes marcas… o de artistas en malón, es un motivo que muchas veces se ve como virtuoso pero en realidad destruye la identidad del barrio para dejar paso a una uniformidad que solo busca la creación de zonas en las que “inversores” y “desarrolladores” puedan especular con los valores de una tierra que inflan hasta valores imposibles para los habitantes del lugar, haciendo que muchas veces abandonen sus barrios al no poder alquilar, o porque se encarece la vida diaria hasta que les resulta muy oneroso permanecer aun siendo propietarios. El lugar así deja espacio a los “nuevos” habitantes, que bien pueden ser de clases más acomodadas, o relacionadas con el turismo.

LA ZONA DE RETIRO, CON LA VILLA 31 INCLUIDA, ES LA ZONA QUE MÁS APETITO DESPIERTA ENTRE LOS DUEÑOS DE LA TIERRA EN LA CIUDAD, JUNTO A LA COSTANERA SUR. ALLÍ, LOS CAPUTO (SES, Caputo Construcciones), ELSZTAIN (IRSA), CONSTANTINI (Consultatio), TGLT, de FEDERICO WEIL Y DARÍO LIZZANO (TGLT, “compradora” en enero pasado de la Constructora de Caputo), SON LOS QUE TALLAN, JUNTO A OTROS, EN LAS PRINCIPALES OBRAS PROYECTADAS.

Con Larreta, hoy debemos tener atención , hasta a los más pequeños cambios que preceden a otros de mayor envergadura. A todos nos gusta tener cerca una buena cafetería, pero si la cuestión comienza a multiplicarse, hay que empezar a mirar el costo de la vivienda y hacia quién están dirigidas las obras que encara el Gobierno de la Ciudad. Porque ello será lo que determine el fenómeno de que nuestro barrio… el lugar donde muchas veces nacimos y crecimos, está cambiando no para mejorar nuestra calidad de vida, sino para desplazarnos por “mejores consumidores” para los recién llegados comercios gourmet que reemplazaron a los que antaño atendían a nuestros padres con nosotros de la mano, como si nos prepararan para defender ese “patrimonio barrial”… como si supieran de la llegada a futuro de estos nuevos y encantadores invasores. Una vez que el proceso está avanzado, el encarecimiento de la vida para los que habitan el barrio en cuestión ya será inevitable.

¿Estamos en contra de los cambios que hagan más agradable nuestro barrio? ¿Qué mejoren la economía de sus habitantes? Definitivamente no… para nada.

De lo que si estamos en contra es de los diferentes tipos de desplazamiento, tanto el físico, como el económico o cultural cuando los lugares cambian de tal manera que terminan siendo vistos por sus propios habitantes como desconocidos. Estamos en contra de la financiarización, de la especulación, de un neoliberalismo caníbal, donde el foco principal está puesto en la ganancia y no en la gente.

Queremos que Buenos Aires siga siéndolo. No queremos lugares “uniformados”… cafés, atelieres de artistas, edificios de apartamentos que se vean iguales… que se sientan iguales. No queremos que nos impongan que vengan de otros lugares a tomar el control de nuestros barrios.

No deseamos que cambien nuestra cultura, nuestra forma de relacionarnos… ni ver impasibles cómo los lugares que frecuentamos desde quien sabe cuánto tiempo se encarecen, o que nuestros hijos no tengan un futuro en este mismo barrio en el que los criamos.

LA REPRESIÓN A LOS VECINOS DESALOJADOS O DISCONFORMES ES PARTE DE LA GESTIÓN DE GOBIERNO DEL PRO Y SUS SOCIOS EN LA CIUDAD (Foto: Represión en la Boca por las protestas producto de los desalojos surgidos con la creación del “Distrito de las Artes”)

La clave de todo es que los que habitamos los diferentes barrios y comunas de nuestra ciudad, tengamos un mayor control para incidir realmente en la decisión acerca de qué se necesita y qué no para mejorar nuestro hábitat. Y la llave de esto es la Ley de Comunas… ley que se promulgó antes de la llegada de Macri y Larreta y a la que ignoraron o saltearon todas las veces que se interponía con sus planes y los de los desarrolladores y agentes inmobiliarios. Las constantes “excepciones” a los códigos de edificación y al urbanístico son una cabal muestra de ello… del salto del charco para continuar sin pausa con sus planes de hacer una ciudad para turistas, negocios y… para quien la pueda pagar. Para el resto, el destierro a las afueras de esta Buenos Aires expulsiva que nos desean imponer.

Costanera sur, norte, obras contra la voluntad de los vecinos, terrenos ferroviarios, excepciones para la construcción de torres en el seno de barrios desde siempre residenciales y de baja altura, la cementización permanente de los espacios que nos venden como “verdes”, la antipatía (y muchas veces con persecución) hacia los centros culturales barriales, ocupación privada sin beneficio para la sociedad del espacio público o con cánones ridículos que solo sirven para “figurar como alquileres”, abandono de hospitales, escuelas, colegios y jardines de infantes… son muestras irrefutables de esta gentrificación que promueve el ejecutivo de Larreta.

 

Si vivimos en Palermo (otrora zona de talleres mecánicos, metalúrgicos, etc), podríamos estar en un barrio gentrificado de EE.UU, Canadá o cualquier país de Europa. Debemos exigir tener voz y voto en la gestión de la zonificación de nuestras comunas… que construir o que no, que tipo de vivienda queremos, que espacios verdes precisamos… que servicios. Eso es la verdadera democracia, que no nos engañen con un voto cada dos años en el que nos dicen cualquier cosa, ya que al otro día de la elección dejan de apegarse a ese programa prometido y hacen lo que quieren sin consecuencias de ningún tipo.

No dejemos que el proceso avance hasta que ya sea imposible detenerlo.