Relleno y urbanización de la costa porteña: Inmobiliaria Larreta y el loteo del río.
Recientemente, los medios de prensa recogieron el mensaje llegado desde la Jefatura de Gobierno que comunica el plan de rescate de la Costanera Porteña con la construcción de varios parques y espacios públicos -“desde Vicente López hasta el Riachuelo“- destinados al solaz de la población de la ciudad y sus visitantes. La apariencia de este anuncio es la de un Ejecutivo preocupado por la salud de sus ciudadanos y visitantes, y del mantenimiento del medio ambiente como forma de llegar a un desarrollo ciudadano sostenible y virtuoso.
La realidad está muy lejos de esto. Más allá de que la ciudad ya cuenta con más de 40 Km2 de rellenos sobre el Río de la Plata (o sea, un 25% de la superficie total de la ciudad, de 203 km2 en total) el Gobierno de la Ciudad que conduce Horacio Rodríguez Larreta, motivado por su sed insaciable de desarrollos inmobiliarios que tan solo sirven para hacer negocios y no favorecen en nada a los tres millones de porteños que vivimos aquí, planea seguir “robándole” espacio al río a través de otros rellenados. Algo que, a priori es poco recomendable por el fenómeno del cambio climático que golpea “ya” a nuestro país y a toda la región.
Ya de por sí, varios de los proyectos que impulsan los Larreta Boys son desarrollados sobre nuevos rellenos y otros consolidan los actuales. A todo esto, son muy pocos los medios que han publicado opiniones o mencionado siquiera las dudas que genera un proyecto de la dimensión del que quiere encarar el Jefe de Gobierno de la Ciudad. Y las informaciones que emite el oficialismo que tan solo hablan de los espacios públicos que se inaugurarán en un año electoral como será el 2023, son multiplicadas por el monstruoso aparato comunicacional que está a su servicio. Nada de críticas… ni pedidos de estudios serios de impacto ambiental… ni sobre la verdadera dimensión del proyecto puesto en marcha. Y menos aún se dice nada acerca del motivo real de todos los proyectos: los negocios previamente establecidos (comerciales, inmobiliarios y de todo tipo) pergeñados en paralelo con la mayor discreción posible..
La historia arranca en 2018, cuando se le otorgó al concesionario del Aeroparque Jorge Newbery (con destino a su ampliación) la cesión gratuita y a perpetuidad de 12 ha de tierra pública más la explotación de otras varias de un relleno sobre el río para una nueva playa de estacionamiento. Así se desplazó la Avenida Costanera y desapareció el histórico Espigón Dorrego. Ese mismo año, fue sancionada la creación del llamado “Distrito Joven”, un espacio donde los empresarios de la noche contarán con una zona exclusiva en los nuevos predios a concesionar en la Costanera Norte donde, seguramente, podrán hacer y deshacer a gusto, y construir según sus preferencias.
Con la propuesta de urbanización de los rellenos costeros de Costa Salguero y Punta Carrasco en 2021, Larreta no logró la acostumbrada discreción… ese silenzio stampa que acostumbra a poseer y, por ello, el desastroso proyecto despertó el repudio unánime de vastos sectores de la población que la cuestionaron acudiendo al Poder Judicial porteño (y aún cuestionan) y piden (públicamente, en la justicia y con aval constitucional) un 100 % de parque público en esos predios.
Sin que le importara en lo más mínimo la voluntad de los ciudadanos de hacer del espacio costero un lugar verde, público, de esparcimiento en medio de esa mole de cemento que hoy es Buenos Aires (según encuestas, más del 60% se opone a ello), una urbe que cuenta con menos de la mitad de los espacios verdes que la OMS considera “esenciales para una buena salud” de sus habitantes, Larreta continuó con su modus operandi de favorecer a los desarrolladores inmobiliarios que construyen moles que de nada sirven a la mayoría de los porteños… tan solo a una ínfima parte de millonarios que en general los obtiene como reserva de valor.
Y entonces, Larreta y su “escribanía legislativa” (de la que ningún medio habla, a contramano de las épocas en que el oficialismo nacional tenía una holgada mayoría parlamentaria) le concedieron a IRSA el permiso para construir un barrio exclusivo (urbanización que incluye 16 torres de 100 m de altura sin Evaluación de Impacto Ambiental) frente a la Reserva Ecológica Costanera Sur, pero que aparece “cediendo” como parque público el importante humedal ribereño contiguo y el camino de sirga. Un relato mentiroso más de los tantos que nos “venden” permanentemente.
Para colmo, a todo esto se le agrega la instalación indiscutiblemente ilegal con la que, desde hace décadas, muchos locales comerciales gastronómicos se apropiaron de la costa del río, en las inmediaciones del Espigón Abanico. Allí, el gobierno del PRO, blanquearía la usurpación a través de la generación de nuevos rellenos (una “playa de arena” junto a las aguas totalmente contaminadas del estuario), hecho que convertiría en mediterráneos a los locales y, por ende, permitiría espacios con mayores comodidades para sus clientes.
Ya en 1933, el Ing. Carlos María Della Paolera, en una Conferencia que brindó en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, expresó respecto al tema del rellenado del río: “…Otro asunto estrechamente vinculado con los espacios libres es el que se refiere al destino de los terrenos creados por la construcción de la avenida Costanera. Los terrenos que se van ganando al río, por medio del dique perimetral que contiene las aguas del Plata, están resultando el lugar común de todas las iniciativas de desplazamiento o de creación de toda clase de instituciones públicas y privadas. A tal punto que, si se diera cabida a todo lo que se quiere construir allí, sería necesario iniciar desde ya la construcción de una nueva costanera que ganase otra vez al río una nueva faja de expansión para la ciudad. A este procedimiento de avances sucesivos seguidos por la edificación podrá llamárselo con propiedad en el futuro: El loteo del Río de la Plata”.
La visión de un verdadero visionario que “anticipa” un futuro que lee entre líneas, a través de las acciones de los gobernantes y que lo sabe perjudicial para el buen desarrollo urbano de nuestra ciudad. Noventa años después, los mismos negocios, los mismos modos… idéntica entrega del patrimonio urbano de la ciudad e igual voracidad para generar negocios para los poderosos de la época. Parece que la transformación no para… pero no hace nada bueno para la vida de los que vivimos en la devaluada Reina del Plata.