LA FUGA… y no es por la película.
Si hay una idea… un clisé, que el conjunto de los medios concentrados repiten hasta el cansancio para formatear la idea del periodismo a su antojo para lograr que deje de ser una idea para hacerlo “mandamiento”, es la ridiculez del “periodismo independiente”. Y digo que es una ridiculez ya que sus fundamentos no cierran desde ningún lado. Primero porque apela a una objetividad de cotillón… imposible para un ser humano que nace subjetivo y que cada día que pasa de su vida carga más y más subjetividades para hacerlo ese ser único, de ideas, creencias y razonamientos propios, algo que nos distingue singularmente a los humanos por tener el privilegio de pensar por cuenta propia. Luego, interactuamos con oros seres humanos con los que nos sentimos a gusto, con los que nos identificamos por diferentes causas y sentimieentos…
Pues bien, de eso se trata… de los sentimientos. Los popes mediáticos y sus socios del llamado círculo rojo, establishment, elite, o lo que más les guste, buscan dominarnos por sentimientos, sensaciones, ideas que apelen a lo emocional y dejen de lado lo racional… vaciándonos de nuestra escencia, esa racionalidad que nos identifica sobre las demás criaturas que habitan este bendito planeta.
Porque si hay una actividad en la que escasea ese exceso de objetividad es el periodismo. Porque el periodista carga con su historia particular, sus ideas, sus creencias, sus propios “mandamientos”… en fin, todo lo que forma a través de distintas etapas de su vida su propia subjetividad. Y los medios en los que desempeña su tarea tienen a su vez sus propios objetivos, necesidades, intereses, y líneas editoriales que responden a todo ello y que el periodista debe respetar si quiere ejercer allí su profesión. Y con eso es claro que hay un recorte de su subjetividad y, con ello, de su “independencia”. ¿O alguien puede creer que Lanata podría seguir diciendo que Clarín es el “que te dice que comer, que ropa ponerte, que película ir a mirar, a dónde ir de vacaciones…”?, ¿o que su cambio respecto a esta definición obedece a un repentino pensamiento que le hizo cambiar la visión de los medios que había forjado desde su juventud en Página12? Diría que casi nadie en su sano juicio podría siquiera dudar que su “cambio” obedeció a cuestiones meramente económicas y otras ligadas a su propio egocentrismo exacervado que nos muestra permanentemente… esa faceta más de showman que de periodista que logró hacer añicos una carrera brillante justamente por “vender” su subjetividad al que hasta ese momento era su principal opositor, si de ideales y posicionamientos hablamos. No es muy difícil averiguar que, junto a Víctor Hugo Morales, eran los principales detractores del gran pasquín argentino. Pero el estilo de Lord Vader que tan bien desarrolló Magnetto a lo largo de su carrera en Clarín pudo “convencer” a George de que dejara de lado su lucha, sus ideales, y se pasara al “lado oscuro” de la fuerza. Si a eso alguien puede llamarlo “periodismo independiente” seguramente hubo una parte grande de la vida que debo haberla perdido por ahí… Pero sí por el contrario, asociamos esa independencia al dinero y el poder que facilita este pasaje, vamos bien encaminados. Y a los que afirman que son mejores porque “trabajan en una empresa privada” y no precisan cobrar del Estado… que la inocencia les valga. Porque el Estado los financia como a ningún otro medio y por ello, Clarín cobró en concepto de pauta “nacional” casi 1000 millones de pesos, de parte del Gobierno de la Ciudad otro tanto y en la provincia de buenos aires la información es difusa, al igual que el resto de las provincias.
Y para peor, las ganancias de estos tipos, terminan fugadas hacia cuentas o propiedades del exterior. De ahí también su reechazo a cualquier tipo de impuesto o plan de repatriación de esos capitales. Veamos la lista de los que se la llevaron en plena pandemia:
Jorge Rendo (Clarín), 2.908.350 dólares.
Julio César y Fernán Saguier (La Nación), 1.455.000 y 920 mil dólares respectivamente.
Jorge Lanata (Clarín), 870.066 dólares.
Luis Novaresio (entonces América, hoy LN+) 515.920 dólares.
Héctor Magnetto (Clarín), 500 mil dólares a través del JP Morgan.
Eduardo Feinmann (LN+), 480 mil dólares.
Ricardo Roa (Clarín), 396 mil dólares.
Pablo Sirven (La Nación), 303 mil dólares -para comprar un inmueble en Punta del Este-.
Cristina Pérez (Telefé), 287.924 dólares.
Paradójicamente el grupo Clarín, uno de los primeros fogoneros del término “periodismo independiente”, afirma que los periodistas que se ajustan a esa definición son los que hacen preguntas que alguien del poder no quiere que hagan, pero que, todo el país está esperando escuchar… Algo que suena gracioso por dos cuestiones: la objetividad del periodista que la hace y su pertenencia a un medio privado que se debe ajustar a la línea editorial del medio que le paga o, directamente (como sucede en la mayoría de los casos en este medio), su total alineamiento a la patronal por conveniencia profesional y económica. Como decía una vieja propaganda de una tarjeta de crédito: “pertenecer tiene sus privilegios”. Y más si estás cerca del “poder real”. Por esto, parece que con la GESTAPRO y las fake news macristas muchos “periodistas independientes” y empresarios de medios oficialistas hicieron una buena diferencia.