La Vinoteca Devoto festejó sus 40 años
Los Fontán abrieron su primer negocio en Sanabria al 2900 – Hoy la historia continúa en su local de Baigorria y Marcos Paz y en la sucursal del Devoto Shopping.
El tango dice: “que es un soplo la vida, que veinte años no es nada”… Y si, algo de cierto tiene eso, pero cuando esos años se transforman en 40, el soplo ya toma otra dimensión y pasa a ser un valor preciado, tal como sucede con los buenos vinos de guarda.
Este es el caso de la familia Fontán-Czerniakiewicz, titulares de la ya histórica “Vinoteca Devoto” (Baigorria 4612), que por estos días festejó su cumpleaños número cuarenta en el local del Devoto Shopping junto a sus hijos, familia, clientes y proveedores “todos ya muy buenos amigos, casi familia nuestros”, comenta Hugo Fontán, artífice del tradicional emprendimiento comercial devotense.
La historia de la vinoteca se remonta a 1981, cuando Hugo, hasta entonces vendedor de bodegas, decidió abrir su primer local en Sanabria 2919 (entre Nazarre y Pedro Lozano). “Yo arranqué en esto porque la petroquímica donde trabajaba fundió en 1978. Buscando trabajo me dieron una entrevista en Bodega Orfila y cómo iniciaba una nueva modalidad de comercialización para restaurantes y empresas, me ofrecieron cubrir ese puesto. Junto a Labid Abla, un turco que ya trabajaba en la bodega, aprendí todo lo que sé sobre ventas. Era un fenómeno˝, asegura Fontán.
La historia de la vinoteca se remonta a 1981, cuando Hugo, hasta entonces vendedor de bodegas, decidió abrir su primer local en Sanabria 2919 (entre Nazarre y Pedro Lozano). “La verdad que la gente del barrio nos ayudó mucho. Vecinos y comerciantes siempre nos compraban. Tal fue así que a los cinco años pudimos mudarnos a un local más grande a una cuadra. En 1993 ya compramos el local donde estamos ahora y en el 2001 abrimos la sucursal en el Devoto Shopping”.
En el primer piso del local y entre vinos, licores y destilados de todo tipo, origen y tamaño, Hugo tiene su oficina. También decoran el espacio fotos, revistas y publicaciones históricas del sector. En el ambiente se respira la historia del vino argentino. “Cuando se terminó lo de Orfila, con Abla comenzamos a vender otra marca y al poco tiempo decidí comenzar con mi propio emprendimiento en un local chiquito sobre Sanabria” confiesa. Trabajó duro y no se olvida de la respuesta de la gente y sus clientes. “La verdad que la gente del barrio nos ayudó mucho. Vecinos y comerciantes siempre nos compraban. Tal fue así que a los cinco años pudimos mudarnos a un local más grande a una cuadra. En 1993 ya compramos el local donde estamos ahora y en el 2001 abrimos la sucursal en el Devoto Shopping”.
En ese entonces, recuerda Fontán, se vendía mucho vino en damajuana. “Despachábamos más de 500 por mes y la mayoría por reparto. Eso ya no es así, pero seguimos vendiendo unas cuantas por mes”, confiesa. Con la llegada de los supermercados surgió un nuevo desafío para las vinotecas. “Fue duro, porque se impuso una nueva forma de comprar y el valor del producto se redujo al precio”, reconoce con cierta resignación.
“Pero la vinoteca es el ámbito natural para la venta de vinos”, asegura Hugo, “porque ofrece un servicio integral. Primero porque allí la oferta de etiquetas es como mínimo tres veces mayor. Por otro lado porque quien vende explica, asesora, recomienda, conoce el producto, conoce la bodega, y con el tiempo conoce qué tomó, qué le gusta y qué puede gustarle al cliente. No vendemos vino, vendemos experiencias˝, aclara.Finalizando la charla, aparece Stella Maris, esposa de Hugo, reconocida productora cinematográfica que trabajó por años con María Luisa Bemberg. Con ellos trabajan también sus dos hijos, Diego y Martín. Son un ejemplo de trabajo y dedicación. “Estos 40 años nos han dejado muchas enseñanzas”, confiesa el iniciador de este negocio. La primera es que hay que trabajar con responsabilidad y, sobre todas las cosas, honestidad. Es preferible perder plata y no la credibilidad de proveedores o clientes. Y por último lo más importante para los negocios y también para la vida: ser buena gente”. Y así es, y así son y serán los Fontán: buena gente. Se merecen lo mejor siempre. A brindar por muchos años más de salud y buenos vinos. Felicidades!