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“Había una vez”

La vida puso al multifacético artista, Ricardo Ayas, frente nuestro en la redacción de esta revista para que pudiera charlar con él, y transmitirle a nuestros lectores partecitas de esa mente creativa que nos tuvo cautivados por un lindo rato.
Ayas posee un largo currículo como actor, cantante, compositor, músico y director. Hizo “Ami, El Niño de las Estrellas”, realizó “Perón, el Musical”, interpretó a Quasimodo en el “El Jorobado de Paris”, musical de Pepe Cibrián Campoy y actuó en el musical “Aquí Podemos Hacerlo”, ciclo emitido por Canal Siete. Estuvo en el musical “El Tango sube a escena”. Y en Got Talent España 2018.

Sobre “Había una vez”
“En el espectáculo muestro que lo que se está contando es lo que ya sucedió una vez y que es algo que se repitió y se volvió a repetir y luego se volvió a repetir. Y que dentro de 500 años, si vuelvo a encarnar en el planeta tierra, tal vez vuelva a decir nuevamente, «Había una vez».”
Y profundiza: “El relato es siempre parecido, en la prehistoria, en la antigüedad, modernidad, etcétera. Siempre hay un poder que alguien tiene y que se pierde, como mágicamente. Se repite ésto: pasó con los magos, con los indios, siempre y nunca sabemos quién es el que tiene el poder hoy. Antes de llegar a él siempre hay gente como vos que te dice «no pasarás» y no accedés al poder.
”El español Sergio Mejía, doctor en Cardiológica, dice que hay cosas que no vas a entender si no sos un poco «conspiranoico», al menos es necesario dejar de pensar que el conspiranoico es alguien malo, alguien que está loco, sino simplemente que es alguien que conserva una antena que se le quedó activa y sigue viendo irregularidades.”

Romper el cascarón
“El arte está viviendo las consecuencias de tener que transmitir un mensaje de las que el artista no siempre está comprometido. Los productores te dicen que cuando comenzás a tener éxito tenés que hacer una obra de caridad, mencionar el amor, sonreír, etcétera, del mismo modo que un comerciante tiene que hacer un montón de cosas que no salen del corazón, como un plan armado.
”Y así me llegó el día en que me pregunté cómo hacer para salirme de representar cosas con las que no estaba de acuerdo, para hacer las cosas a mí manera entendí que necesitaba vivir de modo más independiente. Y en eso está involucrado el dinero, lamentablemente. Uno puede perder dinero, pero ganar en salud. Gracias a Dios lo pude hacer.”
Y cuenta que sus obras anteriores, como “Hasta que la vida nos transforme”, describieron su camino para “salir del cascarón”.
Ayas es un artista muy completo: canta, actúa y toca el piano. Y agrega que también se ayuda con una pantalla de video y “un buen sonido callejero. Todo lo manejo yo, con la computadora en el escenario y yo disfrazado, cuando tengo que cambiar la música me arrodillo, hago todo un acting y toco la tecla necesaria como parte del espectáculo. No quiero ser perfecto, quiero transmitir un mensaje.”

Ser uno mismo
Cuenta que venía bien, haciendo cosas con Cibrián, “que es un genio, terriblemente exigente, aprendí un montonazo a su lado”. Había ganado un concurso, Aquí podemos hacerlo. Venía actuando por las calles de Madrid. Pero que se comenzó a preguntar para qué hacía lo que hacía: “¿era por el dinero, por el aplauso?” Y terminó entendiendo que en el fondo “quería que todos me amaran, por ese vacío que traía, por esa cosa de no haber encajado nunca en la familia”.
“Mi hermano es cantante de ópera conocido; mi papá, de la Escuela Finochietto, cirujano de consulta; mi hermana abogada, y si bien todos sufrieron, solo que ellos pudieron adquirir un título. Todos dentro de los límites de la ley, yo me siento fuera de la ley. Me cuesta mucho la legalidad, mi visión siempre es rara.
“Cuando toco el tango hay algo raro, hay gente que le gusta y por eso me llaman. Cuando canto es raro, porque soy un tenor extraño, con tendencia a contratenor. Es como que no encajo hasta que un día me dije: esto es lo que soy. Y ahí comienzan a surgir mis propias obras.
“Es necesario correrse de eso de que «yo soy tal cosa», porque uno es una mezcla de cosas, uno tiene pedazos dormidos, pedazos sufrientes, pedazos que ya están tocándolo a Dios, estamos así, armados, somos una especie de Frankestein.”

El poder y la dialéctica
En “Había una vez” cuenta que detalla cómo entiende que funciona muchas veces el poder, “ese que ni temo, ni odio, está ahí y me sirve”. Y cita al Dr. Mariano Arriaga quien dice: “«Gracias a este poder que ha transformado los problemas particulares de cada raza, de cada grupo humano, en un solo problema: falta de libertad. Y no podemos decir nada, lo único que queremos es un debate, queremos conocer más». Yo no me vacuné, pero por ahí adhiero si me explican bien, quiero conocer más…”
Y concordamos que desde el momento que nos prohíben saber lo que contienen y pretenden inyectar a todo el mundo con algo experimental en estado de prueba, lo que realmente surge del lado del vacunado, es un acto de fe ciega, más que de ciencia. Y aclara: “no quiero vivir en la desconfianza.
Quiero poder «decir qué bueno, está bien, entiendo» y ayudaría a otros para que se vacunen. Pero si me cierran la puertita para poder entender qué contienen me hace ruido. La gente que está cuestionando es gente maravillosa, merece ser escuchada y estar en un debate. Hay médicos, hay premios nóbeles. Es cobarde no querer debatir. Pero no un debate cualquiera, habría que hacerlo con estudios en laboratorios”.
“En esta obra hablo de estos temas, voy contando, cantando, leyendo, mostrando tarjetas en color, ilustrando, como se va repitiendo este proceso de separación, siempre intentando polarizar las opiniones, enemistarlas. Pasó con los magos, con los indios, con la izquierda y la derecha, al punto de ir a guerras, y ahora pasa lo mismo con esta cuestión. Trato desde el arte no meterme directamente en cuestiones políticas, sino hablar de lo previo a todo eso. La exclusión del otro es antiquísima.”

Despertar
“Para la persona que va despertando todo es complejo. No son caminos fáciles. Nadie dice que va a ser fácil. Tocar la música propia, en lugar que la de otro, como dice Roberto Pérez, no va a ser sencillo, pero el resultado es maravilloso. Por lo menos tenés muchos más flashes de vida”.
“Cuando hablamos de salud no se puede hablar con medias tintas. La gente no se enferma solamente por el coronavirus. El planeta está muy tóxico, el agua tiene mucho cloro, las botellas plásticas contienen bisfenol, meten la soja transgénica llena de glifosato en todo alimento, etcétera. Todo eso hace un caldo de cultivo muy grande, no hace falta un coronavirus. Hay todo un engaño mental para manejar el poder, lo mismo que los magos, que los indios, «vos no servís», «sos un tonto», «necesitás a alguien que entienda de esto sino no existís»… ¡Pero vos existís, te veo saludable, te veo bien, con energía, optimismo, o sea que no es verdad! No necesitás tantas cosas, es hora de darnos cuenta que podemos vivir bien.”

Lado B
“Una cosa que digo en el espectáculo, de una persona a la cual quiero mucho que falleció –Pedro Romaniuk– que era un físico y todo el tiempo estaba cuestionando, ¿por qué la NASA dijo que con la sonda Mariner vio que una de las lunas de Marte, Fogos, era hueca y luego se hizo silencio? Porque con la fotografía infrarroja se puede ver todo. ¿Porqué no dicen que la tierra es hueca? ¿Porqué no dicen que hay vida en Venus y Marte? Conocí a Pedro en la época que adapté “Ami, el niño de las estrellas”, del escritor chileno Enrique Barrios. Era otra época, lo hice en el Margarita Xirgu, con quince músicos en orquesta.
Romaniuk decía que la gente no escucha. En su libro “Desde el cosmos nos vigilan” explica que la comunidad científica en su momento reconoció que esa luna hueca de Marte era una nave girando alrededor de Marte. Evidentemente vamos muy rápido y no escuchamos a gente muy confiable.”
El tema derivó a la magia de Pitágoras que sanaba con matemáticas divinas y mencionó las muestras arqueológicas de la existencia de gigantes, el tema de las pirámides, etcétera.
“Todo esto muestra de que hay un mundo por descubrir… Pero al materialismo le cuesta aceptar el «lado B», quiere controlar todo, el comercio, las religiones, lo que se dice y se hace, entonces crea un relato: «Pitágoras vivió, pero no se sabe bien; los milagros de Jesús, sí dicen, pero estamos en duda; Buda, puede ser mitología». Entonces la gente dice es lindo, son cuentos, todo va perdiendo consistencia mientras la gente adhiere al relato.
”Sé que es lindo vivir en el lado «A», «piensa como todos nosotros y todos felices». Pero en algún momento algo hace ruido y te separás de la manada”.

Etapas y crisis
Luego Ayas retoma el hilo: “Rudolf Steiner (educación Waldorf) habló de cinco razas humanas y que siempre hay una crisis que cambia la raza. Algunos son bajados, diría Romañón, otros levantados.
”En el espectáculo hago un viaje con una nave y muestro fotografías de las situaciones. La raza humana actual –aria- va a llegar a su punto fulminante y se va a transformar. Serán seres maravillosos. Mientras tanto se va a convivir con gente que no avanza, quedando remanentes de eras anteriores.
Es necesario que logremos tener una libertad lo suficientemente grande como para decir «tengo mi visión de mi salud, tomo en mis manos mi economía, tomo en mis mi jurisprudencia, tomo en manos mi libertad responsable», de lo contrario somos títeres manejados por una u otra cosa.
”Todo cambia demasiado y de repente. Lo manejan los mercados dicen, pero nadie te aclara que los mercados los manejan pocas personas desde otro lado. Y para eso tenemos que volvernos un poquito conspiranoicos.”

R.S.