El Palacio Barolo recuperó una escultura realizada por Mario Palanti perdida hace 100 años
Autoridades del Palacio Barolo (avenida de Mayo 1370) presentaron este lunes parte de la escultura “La Ascensión” realizada en 1919 por Mario Palanti, arquitecto del icónico inmueble declarado Monumento Histórico Nacional, pero que nunca se instaló porque estuvo perdida durante un siglo.
Esta pieza de bronce hueca de dos metros de ancho por 1,50 de alto consta de la figura de un águila con las alas desplegadas, que lleva en su lomo un hombre moribundo. Palanti pensó instalarla en el hall del Barolo, que se inauguró en 1923. “Nunca llegó a ser colocada” ya que “se perdió en el camino”, precisaron desde el Palacio en un comunicado. Se preguntan si es un homenaje al poeta Dante (como buena parte de la iconografía del edificio) o al “soldado desconocido” de la Primera Guerra Mundial. En 2015 se construyó una obra similar mientras se buscaba la original.
La pieza estuvo en manos de coleccionistas privados y durante muchos años se perdió su rastro. Los administradores y difusores culturales del Barolo, Miqueas y Tomás Thärigen, sostuvieron que recuperarla fue “una ardua tarea que llevó muchos años y que se concluyó hace no más de 5 meses cuando encontramos la escultura en un anticuario y pudimos comprarla”.
“Logramos que finalmente esté donde Palanti y Barolo lo habían soñado. Nos provoca una alegría inmensa, por su legado, porque al fin de cuentas nosotros estamos de paso, pero lo que dejamos se puede transmitir a las próximas generaciones”, expuso Miqueas.
Por su parte, Tomás Thärigen aseguró que haber conseguido el objetivo de recuperar la escultura “fue liberador”, más allá de que la figura no esté completa: “Cuando la vi era como sentir que era la última pieza de un rompecabezas. Fue una sensación de liberación muy grande. Lamentablemente falta la pieza superior, que es la que tiene la figura que supuestamente es del Dante. Pero nos pone muy feliz que finalmente llegue al Barolo, después de más de 100 años”.
Roberto Campbell, administrador del consorcio del Barolo y tío de Miqueas y Tomás, también participó en la búsqueda de la escultura: “Cuando me llamaron para contarme la novedad, fue una sorpresa. Realmente nos pone muy feliz que finalmente la escultura esté en el lugar donde siempre debió estar”.