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¿Tierra de nadie?

Un par de momentos muy disonantes cerca de la redacción dispararon nuestra intención de entender los contrastes. Uno de ellos es generado por los ambientes en torno a ciertas casas tomadas.

Una noche de febrero, a la 1.30, hubo un griterío infernal en la esquina de Maza e Hipólito Yrigoyen, muchos vecinos preocupados, se asomaron, algunos salieron. La policía llegó cuando en la mitad de la calle dos hombres sujetaban a uno que se lo notaba totalmente “sacado”, muy violento. Resultó que eran tres hermanos, el furioso quedó detenido.
A los dos días el escándalo lo hizo uno de los hermanos que en aquel primer momento había logrado mantener el orden. Fue de tarde que comenzaron los griteríos y peleas. Golpeó a un taxista mayor, luego su agresión fue donde finalmente la policía lo detuvo: forcejeando con unos jóvenes delante de la esquina de Boedo e Hipólito Yrigoyen. El hombre golpeó, pateo plantas y gritaba. Dos jóvenes buscaron apaciguar su desbande y recibieron golpes de su parte, pero lograron impedir que entre al domicilio. Según se rumoreó por la vecindad defendían a su hermana que había salido con este hombre. Tanto alboroto nos hizo pensar que tal vez habría que presentar en la revista algún material sobre la convivencia con la marginalidad, la violencia y el desbande con la que el vecino común de Abasto y Almagro transita diariamente.
Así fue como se nos dio por pensar en los orígenes de estas situaciones y nos llevó al tema de las casas tomadas. ¡Tantas por la zona! Muchas por el Abasto tienen que ver el desmantelamiento del Mercado de Abasto, pero otras son consecuencia de los mojones que dejó la inconclusa ex AU3. Una esquina emblemática de esas es la de Gallo y Corrientes que recién hace relativamente poco, luego de muchos años de convivencia complicada con los vecinos, se resolvió tirar todo abajo para construir algún edificio.

Por una cuestión de la seguridad no puntualizaremos de qué lugar se trata, pero mediante una entrevista con una pareja de personas mayores, digamos doña Rosa y su esposo, transmiti-remos sus experiencias como vecinos lindantes de un inmueble cuyo dueño legal es el gobierno de la Ciudad, pero cuyos moradores han ido cambiando a lo largo de los años.
Nos cuentan que compraron ya hace más de tres décadas y que la casa vecina ha tenido diferentes tipos de personas que la ocuparon luego de que no se concretó la AU3. Y que la falta de mantenimiento de dicha construcción les ha jugado muchas malas pasadas.
La pareja nos relata y nos muestran muchos documentos de la cantidad de trámites y reclamos realizados ante las autoridades por problemas relacionados con esa casa tomada que linda con la de ellos. Durante los años hubo múltiples pedidos a la Municipalidad, y luego al Gobierno porteño, de desratización, de frenar filtraciones y humedad y hasta pedidos de mediación en la Defensoría del Pueblo.
Nos mostraron desde un documento de 1997 que habla de una orden de “Allanamiento, desocupación y clausura” del “inmueble propiedad de la Municipalidad”, hasta uno que fue a la Comuna 5 actual, año 2015, quienes también están entonces al tanto de la situación ruinosa del inmueble lindero, sin embargo, todo siguió. Hubo momentos muy difíciles y los problemas vienen de larga data.
Como anecdótico cuentan que hace unas décadas ya, se juntaba gente con Norma Plá. Se reunían un par de veces por semana en lo que sería un espacio político, pero eso no molestaba para nada.
Sin embargo, hubo etapas más duras. La más llamativa fue la vuelta en que notaron filtración de excremento en su pared. Es que habían hecho un baño en el primer piso de la casa tomada de al lado y habían enganchado con el pluvial, en lugar de la cloaca, con la desgracia de que el caño además estaba pinchado y comenzó a filtrar para el lado de ellos. Los múltiples y desesperados reclamos a la Municipalidad dieron el resultado que le repararon la pared mientras del lado usurpado “ligaron”, sin cargo, un baño… ¡hecho por el gobierno!
La casa estaba, y sigue, en muy mal estado. Pero supo estar mucho peor, nos recuerda el vecino. De hecho en un momento dado, los ocupantes le quitaron los balcones porque se iban despedazando y ya eran un peligro. También estuvo apuntalada. Hoy, al pasar, se ve que la habita mucha gente.
El “derecho a la vivienda digna” de nuestra constitución porteña cae en saco roto tanto para los ocupantes –que muchas veces viven en situaciones infrahumanas– como para los lindantes que deben atenerse a los problemas que el nulo mantenimiento conlleva.
Ni hablar de quienes alquilan cuyos precios se le fueron por las nubes y será un tema para tratar en otro momento.
Si el estado realmente quiere solucionar el problema habitacional es evidente que se necesita más compromiso y diligencia ya sea para el vecino que tiene su casa como para quienes están necesitando resolver su tema de vivienda.

R.S.

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