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La silla vacía: volver sin que se note

El regreso al hogar es un tópico inoxidable, no importan los contextos. Esta historiade Ana Katz llegó a los cines en 2003 y dos décadas más tarde continúa vigente, ahora con su quinta temporada teatral en la sala El Tinglado de la zona del Abasto.
Así, el viaje de la familia Lujine es largo, porque es hacia atrás, hacia un tiempo mejor. En principio, los acontecimientos se desarrollan a comienzos del 2000: el contexto económico y la idea de la clase media venida a menos son algunos fantasmas que ululan por detrás. No serán los únicos.
Todo inicia cuando Víctor, hijo mayor y figura masculina tras la partida del padre, vuelve al país por un día. Es solo una escala en un largo viaje que le ordenaron en su trabajo de la nevada Canadá, donde reside desde hace ocho años, donde habla de ingeniería en inglés y elude el frío abrigado por la ropa que su familia le tejió.
No obstante, ese día es tiempo suficiente para que la casa de las Lujine se vista de fiesta, para que haya expectativa de revivir aquel pasado que más brilla. En palabras de la madre Nelly, volver a tener a sus hijos juntos, volver a esa otra familia que alguna vez fueron.
La cena de bienvenida deviene en juegos y canciones, un despliegue lúdico, un antiguo idioma familiar que se ve borroneado por la distancia y los silencios; una especie de olvido de uno mismo.
Lo festivo por momentos trastabilla en ráfagas de tensión: de la familia disfuncional a los sinsabores del destierro; cada cual lleva su cruz.
Sobre esta obra, la propia Katz dijo: “Usted llega a una de las tantas rutinarias reuniones familiares. Saluda cordialmente y se quita el abrigo. Casi sin mantener diálogo con el resto, se sienta en el extremo aislado de una mesa larga. Luego, cómodamente apartado, se sirve una copa de vino. De a poco y desde la lupa deformante del alcohol y la distancia observa el accionar de sus familiares que, como pequeños héroes, yerran en torno a actividades, comidas y diálogos. Repentinamente, advierte cómo estas tradiciones legitimadas desde siempre se vuelven extrañas y hasta incomprensibles. La delgada línea entre la “normalidad” y la “locura” se desdibuja y acaba usted preguntándose por la naturaleza de todos estos seres y, por qué no, por la suya misma”.
El elenco se luce por su despliegue en escena. Hay movimientos sutiles, gestos y palabras clave, dan cuenta del lugar que ocupa cada miembro de la familia; cómo es su duelo, su pesar.
Los tiempos también ayudan: las risas intercalaran con los silencios y el estupor; todo fluye sin tiempos muertos, llevan al desenlace, a una vuelta de página impostergable.

J.M.C.

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA
Obra: El juego de la silla. Autoría: Ana Katz. Actúan: Anita Balduini, Julieta Correa Saffi, Gaby Julis, Graciela Pafundi, Miguel Sorrentino, Sebastián Tornamira, Pablo Viotti. Vestuario: Paula Molina. Escenografía: Paula Molina. Diseño de luces: Victoria Beheran. Música original: Pablo Viotti. Operación de luces: Manuel Mazza. Fotografía: Santiago Etala, Jacqueline Pujol. Diseño gráfico: Nahuel Lamoglia. Asistencia de iluminación: Manon Minetti. Asistencia de dirección: Patricia Cantó Novak. Prensa: Valeria Franchi. Dirección: Mauro J. Pérez. Funciones: Viernes 21:30 hs. Teatro El Tinglado, Mario Bravo 948.